La estación del año, la psicología del color y las tendencias nupciales son los principales condicionantes de la paleta de colores de una boda. Cierto es que las posibilidades son ilimitadas y que los organizadores y decoradores de oficio atienden a estos factores en el desarrollo de su actividad.
En primer lugar, la época del año influye de forma crítica en la elección de colores para una boda de día y de noche. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), los meses de julio y septiembre concentran la mayoría de enlaces matrimoniales en España, y por consiguiente la gama cromática de la primavera no debería ignorarse a la hora de confeccionar la decoración, la vestimenta, etcétera.
Así, las bodas coincidentes con marzo, abril y junio deben armonizar con la viveza de los colores primaverales. Los azules, amarillos y naranjas pastel, el dorado, el verde o el lila son tonos perfectos para los trajes de invitado, los bouquets o la mantelería. Respecto a los colores para boda en verano, se recomienda seguir la misma pauta y decantarse por combinaciones cromáticas que sintonicen con los tonos predominantes en los meses de junio, julio y septiembre. Esta época del año admite naranjas, azules, amarillos y rojos de mayor intensidad e irreverencia.
El estudio de la colorimetría tampoco puede faltar en las bodas celebradas en otoño. Y es que septiembre, noviembre y diciembre están marcados por el color de la hojarasca, de las setas, de los frutos secos y de las frondas multicolores de los árboles de hoja caduca. Por tanto, la decoración nupcial exigen tonos ocres y apagados como el mostaza, el bronce, el verde salvia, el trigo o el rojo anaranjado.
Las bodas invernales, aunque infrecuentes, han ganado popularidad en las últimas décadas. De diciembre a marzo, los tonos candidatos a protagonizar la decoración nupcial son los neutros blanco y beige, así como los verdes, naranjas, cremas, azules, blancos y plateados, capaces de ajustarse a la estación más fría y húmeda del año. En un sentido amplio, la acertada combinación entre el color y la estación del año es útil más allá de los vestidos y arreglos florales; por ejemplo, para decorar la mesa de los novios a la perfección.
La psicología y su influencia en la paleta de colores en bodas
Por otra parte, la psicología influye en el significado de los colores de una boda. Desde que Johann Wolfgang von Goethe publicara su Zur Farbenlehre (‘Teoría de los colores’) en 1810, la percepción del mundo que nos rodea no ha sido la misma. Este conocimiento resulta indispensable para elegir la paleta de colores más acertada.
El color blanco, por ejemplo, es inseparable de las ceremonias nupciales en los países occidentales. La razón es simple: se relaciona con la inocencia y la pureza, cualidades deseables en las sociedades cristianas que permanecen hoy latentes. Por su parte, el azul es una elección común en este tipo de eventos, y el motivo reside en su identificación psicológica con el cielo y el agua, que de alguna forma inducen a la tranquilidad, la confianza y la paz.
Más alegres y animados son el verde y el amarillo, colores igualmente demandados en el sector nupcial, ya que comunican una idea de juventud y de bienaventuranza para la vida matrimonial de los contrayentes. Por añadidura, el amarillo es uno de los colores de la buena suerte, según los teóricos del Feng Shui.





























































































































